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La última frontera
Un viaje por la conciencia humana

Ken O’Donnell

ISBN: 978-84-934304-3-6
N. págs. 184
Formato: 222 x 148 mm

Todos los porqués de nuestra vida - "¿Por qué me hizo esto?", "¿por qué estoy en esta situación?" - tienen respuestas en el entendimiento del proceso de la vida, interna y externa.


Desvelar estos secretos, reflexionar sobre ellos y consolidar la experiencia a través de la meditación son los pasos de una vida repleta de paz.

 

La meditación es sistemática

Cuando aprendo a conducir, todo parece extraño al principio. Después, cuando se convierte en hábito, ya ni siquiera necesito pensar en las marchas, el embrague, etc. La meditación es un proceso de aprendizaje sistemático similar. Existen cuatro pasos:

  • Retraerse del mundo de los sentidos al fijar la atención en el ser interior.
  • Contemplación de pensamientos elevados sobre el hogar espiritual, la experiencia del estado original y, finalmente, de la fuente suprema de energía espiritual: Dios.
  • Concentración, en la que no hay ningún tipo de pensamiento inútil o negativo. En este estado permanezco conectado con aquella fuente.
  • Profunda comprensión en el que ya no se intelectualiza sobre lo que está ocurriendo con la meditación. Me sumerjo en la experiencia de la plenitud.

El estado de retraerse o introspección

Así como una tortuga esconde sus miembros dentro de su caparazón, tener la capacidad de retraerse del mundo exterior es la piedra angular en la práctica de la meditación. Una breve lista de los beneficios de la introspección muestra hasta qué punto me puede ayudar a:

    • experimentar paz o poder;
    • introducir nuevas maneras de pensar;
    • alejarme del tumulto externo;
    • limpiar la mente, confusa por la negatividad e influencias innecesarias, a través de la creación deliberada de pensamientos positivos;
    • concentrar y disciplinar la mente;
    • fortalecer el poder de juicio y discernimiento.
    • Dejar atrás los papeles

Dejar atrás los papeles

Al retraerme e los órganos de los sentidos, también dejo atrás muchos papeles. Entre otras cosas, la meditación Raja Yoga es un proceso para acordarme de cómo era mi estado original antes de confundirme con mi identidad física. Soy consciente de que no soy un cuerpo ni el papel que desempeño mediante él.

Solía pensar que yo era el cuerpo y que tenía un alma que tan sólo importaba de hecho en la hora de la muerte. Al descubrir que en realidad no soy más que el alma que opera a través del cuerpo, recibí lo que, literalmente, podemos llamar herramienta principal de la espiritualidad.

Recientemente participé en una conferencia llamada "Espíritu en los Negocios" en Nueva York. Se trataban temas como "Espíritu en el Trabajo", "Espíritu en la Diversidad", etc. No sé cuántos de los participantes lo entendieron, pero hay alma o espíritu "dentro" y "en" todo lo que hacemos.

Yo soy el actor y puedo estar desempeñando el papel de un Roberto o de una María en la familia, en el trabajo, en la comunidad. Esos no son más que los nombres o papeles que etiquetan la identidad física. Al dejar el cuerpo, después de su muerte, dejo también el nombre y los papeles. La identidad que siempre consideré como yo no es más que una capa encima de muchas otras. Sin embargo yo, el alma, soy la controladora central de todo lo que tengo: experiencias, hábitos, vestigios de personalidad e incluso los papeles y relaciones.

A pesar de estar separado de todos los nombres y papeles, no significa que tenga que renunciar a ellos de repente. Tan sólo debo de ir al punto central desde donde puedo dirigirlo todo. Si no, nunca seré capaz de funcionar bien con mi papel. Necesito un espacio en el que me pueda retraer, un centro en mí donde pueda afirmar que soy un ser de paz.
Con la convicción de mi verdadera identidad, como un punto minúsculo de energía consciente que da vida al cuerpo físico, empieza un viaje maravilloso.

En el segundo estado, puedo considerar mi papel verdadero; más allá de los temporales determinados por relaciones o factores carnales (como veremos en el capítulo 5). Con esta visión, comienzo a ver a los miembros de mi familia, amigos y colegas como almas hermanas.