Preocuparse es una manera de previsualizar el peor escenario posible, el más catastrófico. Las preocupaciones también son una expresión de los miedos que albergamos; a la pérdida y al dolor que nos producirá.
Debido a las experiencias desagradables y dolorosas del pasado y a las impresiones que se han registrado en nuestro interior, observamos el presente bajo el filtro del recelo y la inquietud de que vuelvan a reproducirse. Pero, las preocupaciones son una ilusión que hacen que nos alejemos del presente.
Conviene detenernos unos momentos para comprender mejor el funcionamiento de nuestra conciencia. Por un lado, las impresiones y las experiencias negativas del pasado se activan en función de los estímulos externos, es decir, de la información que recibimos a través de los sentidos, de lo que percibimos, coloreado, a menudo, por una imaginación excesiva que distorsiona la realidad.
A su vez, los pensamientos activan, sentimientos y emociones, generando una actitud muy desconfiada y temerosa que nos genera inquietud e intranquilidad constantes, llevándonos a imaginar y especular. La intranquilidad y la preocupación se instalan así en la conciencia y, como consecuencia, nuestro nivel de estrés se incrementa y nuestro nivel de efectividad disminuye.
Debido al error de darle energía a una preocupación, algo que puede tener una importancia muy relativa se convierte en algo importante y grande, que nos empieza a bloquear e influye en nuestra capacidad de respuesta real a la hora de tratar con las situaciones. Pero ¿qué métodos podemos emplear para protegernos de las preocupaciones? Y ¿para liberarnos del hábito de preocuparnos?
Cuando creamos pensamientos acerca de algo específico, nuestra mente está ocupada y enfocada. Tan pronto abandonamos ese foco, la mente está libre para pensar en cualquier cosa y nuestros patrones automáticos de pensamiento la ocuparán con algo. Si uno de nuestros patrones es el de inquietarnos, la preocupación recuperará el control de la mente.
Así que tomar las riendas de la mente es algo fundamental para liberarnos de las preocupaciones y para conquistar los hábitos perjudiciales. La persona proactiva enfoca toda su atención en el presente, actúa con iniciativa, sabiendo que al permanecer tranquila y libre de preocupaciones es mucho más efectiva.
Usar la mente de forma creativa y constructiva nos interesa para crear el patrón de pensar en las soluciones y en las opciones, de explorar las diferentes alternativas desde la creatividad. Cuando hacemos eso, de manera natural, el estado anímico de nuestra mente se modifica muy positivamente y encontramos la manera de ver la luz del sol de la calma y la confianza.
Extracto del libro:
Arquitectura de la calma.
Una guía práctica para encontrar la serenidad y el equilibrio interior
Ed. Luciérnaga
Vicenç Alujas y Guillermo Simó
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