Lo principal es incrementar la consciencia del yo como alma y reducir el espejismo de que somos nuestro cuerpo. Esto asegura que todas las acciones surjan de un estado de paz interior, generosidad y benevolencia, sin ninguna agenda personal o deseo consciente de devolución.
Esto requiere el delicado esfuerzo de recordarnos constantemente a nosotros mismos quiénes y qué somos (alma y no cuerpo). Nuestra identificación con nuestro cuerpo es tan fuerte que puede correrse como una cortina sobre nuestra consciencia, en un segundo.
El camino del despertar espiritual es, por lo tanto, despertar (consciencia del yo como alma) y dormir (bajo el espejismo de que somos nuestro cuerpo), despertar y dormir. Tendemos a fluctuar entre los dos hasta que encontramos estabilidad en la consciencia-alma.
Por eso es importante despertar y permanecer despiertos, y también por eso es importante darles a nuestra mente e intelecto buen alimento y ejercicio espiritual todos los días, para mantenerlos frescos y alertas.
Estar en consciencia-alma y actuar a partir de esa consciencia, naturalmente cura las cicatrices (hábitos y tendencias) dejadas por acciones pasadas basadas en el espejismo (consciencia-cuerpo).
Extracto del libro:
A la luz de la meditación.
Una guía para meditar y alcanzar el desarrollo espiritual
Ed. Kier
Mike George
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