Necesitamos enfocarnos en los aspectos positivos del ser, y que este foco sea la base de nuestro cambio y aprendizaje. Sin embargo, como optimistas realistas, también debemos ser honestos acerca de los retos y obstáculos personales que tenemos que superar si somos sinceros en nuestro deseo de sentirnos en plenitud.
1. Reconocer que tenemos un trastorno o problema recurrente. Admitir que hay algo que sigue retornando, independientemente de la persona o situación que dispara la reacción. Necesitamos darnos cuenta de que liberarnos del dolor de esa reacción requiere un cambio en nuestras actitudes, pensamientos y/o percepciones. La honestidad con uno mismo nunca hace que te sientas culpable, sino que fortalece tu auto-respeto.
2. Identificar el defecto en nuestro interior, y al mismo tiempo mantener la conciencia de mi naturaleza original: yo, el alma, soy un ser de paz, de pureza, de amor y felicidad.
3. Desapegarse de ese defecto, una vez identificado. Podemos hacer esto con confianza, al tener el conocimiento de la verdadera naturaleza del ser. “No soy el defecto que observo. Acepto y entiendo que ese defecto está ahí pero no me identifico con él.”
4. Fundir el defecto con la experiencia del poder del silencio y la conexión con la fuente suprema de luz y poder espiritual. Es como colocar un trozo de hielo bajo la luz del sol y permitir que se derrita. La meditación intensa nos capacita para conseguirlo.
5. Prestar atención y no permitir que ningún germen de viejos deseos o miedos reinicialice el proceso. De lo contrario podemos volver a infectarnos y a enfermar de nuevo. Habiendo conquistado todo esto, nos sentiremos en plenitud, nuestra maestría interior original habrá retornado. Ya no seremos más ni una víctima ni una marioneta del viejo ser, de los demás o de las circunstancias.
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