Existen varios factores que nos indican la carencia de poder espiritual en el ser. Son aspectos que podemos detectar mediante la auto-observación y entre ellos destacan:
• Bajo poder de concentración en la mente.
• Alta dispersión de pensamientos. La mente piensa de forma acelerada y dispersa.
• Bajo control de las tendencias y hábitos reactivos. Incluso queriendo responder a una situación de otra manera, nuestros viejos hábitos nos fuerzan a actuar en contra de nuestra voluntad.
Estos factores son claros indicadores de un bajo nivel de poder espiritual en el alma. Cuando nos damos cuenta de la importancia que tiene recargar nuestra batería interna para poder tomar control de nuestra vida, entonces nace en nosotros la determinación de esforzarnos por nuestra transformación espiritual.
Así, algunas características de un alma poderosa son:
• Alto poder de concentración. Los pensamientos son menos y más poderosos, más espaciados. Cada pensamiento tiene sentido y significado.
• La mente funciona desde la serenidad. Entre pensamiento y pensamiento experimentamos el poder del silencio.
• El alma puede controlar los viejos hábitos mediante su fuerza de voluntad.
Con claridad y discernimiento, el alma no permite que una tendencia reactiva le fuerce a cometer errores a través de los órganos de los sentidos.
En el mundo físico, todo sistema tiende al desorden y el caos debido a la ley de la entropía. Sólo se puede restablecer el orden en el sistema cuando interviene una fuente de energía exterior al mismo. Del mismo modo, en el mundo interior del alma, cuando experimentamos debilidad y falta de poder espiritual significa que también hemos llegado a un alto nivel de entropía.
Por ello es esencial dedicar tiempo de calidad para meditar y experimentar el silencio y concentración de la mente. Y una mente más silenciosa puede abrirse a la experiencia de conectar con la fuente eterna de luz y poder espiritual, el ser supremo y a través de esta conexión sutil restablecer el orden y el control en nuestro mundo interior.
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