Cuando el silencio es profundo y rebosante de plenitud, cuando no anhelamos ya el sonido, cuando la concentración en el Uno es completa, entonces, como una flecha el pensamiento encuentra su blanco y se derrite en él.
Ahí, el ser no solo tiene una breve visión de Dios, sino que absorbe Su pureza de manera total, completa y absoluta. Una vez que el ser está repleto de la luz pura en que se ha convertido ahora, irradia hacia los demás dicha energía en la forma de paz y amor, como un faro viviente.
El silencio es el puente de comunicación entre el Divino y lo divino del ser humano; en el silencio encontramos lo que es más preciado. El silencio espiritual es el que prepara el corazón y la mente para comunicarnos con el Uno.
No se trata de una comunicación basada en palabras repetitivas ni en teorías intelectuales, como tampoco en pedir la satisfacción de deseos limitados. La comunicación sagrada es la armonía del ser original con el Uno Eterno.
El silencio espiritual me da energía pura y altruista de la Fuente Creativa para romper el capullo de polvo y rutina, abriendo horizontes ilimitados de nueva visión. Absorto en la profundidad del silencio me renuevo, la mente se limpia a sí misma facilitando una percepción diferente de la realidad, mi propia eternidad.
Extracto del libro:
El punto Alfa.
Una mirada a Dios
Ed. Brahma Kumaris
Anthony Strano
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