La esencia de un árbol tras haberse desprendido de sus hojas, flores, ramas, tronco y raíces es la semilla. De modo parecido, la esencia de la conciencia es un pensamiento, la esencia del tiempo un segundo, la esencia del amor el respeto, la esencia de la felicidad la satisfacción y la esencia de la abundancia la simplicidad. Muchas esencias conforman la base del poder, pero sobre todo es la esencia de un solo pensamiento puro en un segundo la que nos ayuda rápidamente a potenciar al ser.
Debemos volver a las necesidades vitales básicas y liberarnos de las fórmulas complicadas, sobre todo cuando podemos caer en la tentación de sumirnos en emociones negativas, o utilizar la habilidad intelectual para amenazar nuestra felicidad. El bienestar llega con la conciencia y la práctica, y da prioridad a la paz y a la estabilidad.
Los pensamientos y sentimientos negativos parecen hincharse como globos; es difícil liberarse de ellos. En comparación, los pensamientos y sentimientos positivos son más lentos, más profundos, más ligeros y menos frecuentes. A diferencia de sus equivalentes negativos, los pensamientos positivos en seguida pasan a la acción. El ser, una vez liberado de las inacabables tandas de pensamientos y discusiones sobre teorías y opiniones inteligentes, actúa.
Solamente liberando la gran expansión de nuestra identidad física y social y volviendo a la esencia de nuestro ser -el alma-, encontraremos la paz infinita. Con este acto de soltar las identidades superficiales recordamos quiénes somos en realidad: un ser espiritual. Cuando nos liberamos de las posturas divisorias del ego y de las conclusiones superficiales sobre la gente y las situaciones, y cuando aceptamos la diferencia como la maravilla de la vida, entonces es cuando empezamos a respetarnos de verdad a nosotros mismos y a los demás.
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