Cuando hablas mentalmente contigo, ¿a qué ser te diriges y cómo? Normalmente, las personas no le hablan a su divinidad sino a los aspectos más superficiales de su personalidad cotidiana. Y a menudo es un cúmulo de temores y quejas, una insensata repetición de cosas viejas. Si le habláramos de esa forma a otro ser humano, tendríamos que disculparnos.
Aprender a hablar correctamente al ser es un esfuerzo espiritual. Los pensamientos del pasado y las preocupaciones sobre el futuro no constituyen una buena conversación. En lugar de ello, aprende a hablar a tu mente como si fuera un niño: háblale con amor. Si fuerzas a un niño a sentarse no lo hará.
Una madre sabe cómo convencer a su hijo para que haga lo que ella quiere. Sé una buena madre con tu mente: enséñale pensamientos buenos y positivos; de ese modo, cuando le digas que permanezca tranquila, lo hará. Ama a tu mente. Mantente feliz; no hay alimento como la felicidad: es un elixir que solo se puede probar cuando el ser encuentra su paz.
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