Cualquier relación digna se basa en la amistad. La amistad verdadera es una bendición.
La amistad crea un espacio respetuoso. Un espacio que invita y anima a ser uno mismo.
La amistad crea una confianza que nutre la autoestima.
La amistad con el Tiempo me capacita a valorar cada momento como una preciosa oportunidad.
La amistad con la naturaleza sustenta la armonía, el orden y el equilibrio.
La amistad con mi propia mente garantiza una paz y estabilidad constantes.
La amistad con mi propio ser hace que se manifieste mi dignidad innata.
La amistad con los demás expresa la meta de la vida humana: felicidad y satisfacción.
La amistad con Dios vuelve a encender el sentimiento de pertenencia eterna.
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