Con una perspectiva más amplia

La dimensión física, el mundo material, puede ser percibida a través de los órganos de los sentidos. Es el mundo del tiempo, del cambio, de los objetos, del sonido, de los cuerpos. Es la dimensión donde se está representando la obra de la humanidad.

Este mundo físico es como un gran escenario con una obra activa. Los cuerpos son los trajes del ser, del alma, el actor. La personalidad física es el personaje o rol que está siendo interpretado. Las almas son una familia de actores. Vienen al escenario a actuar un papel.

En la obra, hay una gran variedad de personajes y de actos. Cuando la obra se termina, todo queda en el escenario y los actores se irán a casa. Pero ocurrió un extraño fenómeno, los actores olvidaron que son actores, olvidaron su verdadero Hogar, y comenzaron a identificarse con los cuerpos y personajes en la obra.

Más allá del mundo físico existe la dimensión no física, el mundo incorporal. Una dimensión más allá de la materia y más allá de la percepción de los sentidos físicos. Es un mundo de luz y silencio, inmutable y eterno. El ser, el alma, pertenece a esta otra dimensión que se puede experimentar a través de la mente.

Cuando se tiene una perspectiva más amplia, se puede entender el alma como un viajero, pasando a través del mundo de la materia, por un corto período de tiempo, para regresar a ese mundo más allá del tiempo y el espacio, a esa imperecedera región de luz quieta, gentil y pura, el Hogar eterno; el mundo de la familia de las almas, un mundo de seres de luz al que el alma pertenece eternamente.

Extracto del libro:
Vivenciar la meditación.
Para alcanzar profunda sabiduría, alegría y paz
Ed. Brahma Kumaris
Rona Schweitz

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