Ego no es sólo ser orgulloso. El ego está presente en cada instante en el que sentimos algún tipo de miedo, o nos escuchamos a nosotros mismos diciendo “¡Eso es mío!”. La verdad, sin embrago, es que nada es “mío” o “tuyo”, todos somos depositarios, y el miedo sólo está presente donde está la voz del apego. Así que donde hay ego, hay apego, y donde hay apego, hay miedo. Y donde hay miedo no puede haber amor, y donde no hay amor hay miseria. Por eso hay tanta infelicidad en el mundo. Desapeguémonos de todo y desterraremos el ego, el miedo se desvanecerá, sólo entonces puede retornar el verdadero amor, y nuestro más antiguo amigo, la felicidad, sentirá que puede reaparecer en nuestra vida de forma segura.
El ego también nos hace sentir que necesitamos conseguir muchas cosas. Pero la verdad es que no necesitamos nada. Ya tenemos lo que necesitamos. Los problemas surgen cuando pensamos que tenemos que quedarnos todo lo que recibimos. Todo lo que nos llega en la vida no es para que nos lo guardemos, es para darlo. Y cuando damos, conseguimos. En lo profundo de nuestro interior, todos conocemos esta verdad eterna. Es una de las leyes naturales del universo. Pero se nos condiciona a pensar lo opuesto. No sorprende que haya una gran falta de fe. No la fe religiosa, sino la fe de que el universo nos proporcionará todo lo que necesitamos, en el momento adecuado y de la manera correcta.
Así que empieza hoy: da, da, da. Tiempo, energía, apoyo, cuidado, cooperación. ¿En cuántos niveles ves la oportunidad de dar? Y la paradoja se revelará ante ti: cuando das, te darás cuenta de que ya tienes todo lo que necesitas.
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