El crecimiento espiritual en la senda de la realización incluye el servicio humano como un componente esencial de la expresión y el desarrollo. Podemos servir a través de lo que hacemos por los demás y por lo que somos. Durante mi vida como médico de cuidados paliativos he llegado a darme cuenta de que lo que hacemos es una forma limitada de servicio. Lo que realmente puede tener un largo alcance es el servicio de quiénes somos.
Si tenemos consciencia del ser mientras servimos a los demás, entonces la calidad de nuestra atención o cuidado se acrecienta sobremanera. Si a través de la rememoración nos sustentamos cuando no estamos involucrados con los otros, entonces, nosotros irradiamos paz por esta expresión de fe. Si estamos contentos mientras realizamos las tareas mundanas, vamos a influir en aquellos que son testigos de nuestra felicidad. Estos son aspectos de un servicio natural y sin esfuerzos, que proviene de nuestra actitud y nuestra postura.
Es posible convertirse en un servidor permanente del mundo, cuando logramos adquirir la necesaria experiencia en la meditación. Con la capacidad para retraernos a voluntad, podemos adoptar la forma de la semilla, que es “incorpórea”, de una manera natural y fácil, sin que parezca que estamos meditando. Nuestras virtudes y facultades originales salen a la superficie, y los pensamientos transmiten al mundo pureza y buena voluntad. La sanación es la propia naturaleza del que tiene el logro espiritual de ser un servidor del mundo.
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