Usamos infinidad de máscaras para intentar compensar la diferencia que existe entre los estados interno y externo, como el de vivir alegre en el exterior y preocupado, confuso o triste en el interior.
¿Cómo sería la vida con una sonrisa verdadera en un rostro verdadero? Alguien que esté destinado en una misión secreta usa una serie de disfraces bien preparados, pero sin duda, conoce su verdadera identidad. De igual modo, estoy en la Tierra con la misión de crecer espiritualmente y también para ayudar a otros a crecer.
Por supuesto, cumplimos en la medida de lo posible con las responsabilidades familiares, con las amistades y el trabajo, pero también tenemos una tarea más elevada: la de completarnos otra vez. Debemos entender que estamos aquí para desarrollar nuestro potencial verdadero.
Cuando esa conciencia se revela, los diversos aspectos de nuestra vida empiezan a estar bajo control natural. Con este control, los pensamientos, palabras y acciones empiezan a favorecer la verdadera naturaleza, lo que fortalece la conciencia de nosotros mismos. De este modo, transformamos gradualmente todos los procesos negativos y conflictivos que hay en nuestro interior.
Desde un punto de vista espiritual, todo lo que ocurre en el mundo exterior, primero tiene lugar dentro de las personas. Internamente existe una pobre distribución de energía y habilidades en la recolección de adquisiciones del ser. Existe el desempleo de virtudes, la inflación de la negatividad, la recesión de valentía, la superpoblación de pensamientos y una serie de disturbios que permanecen como la causa principal de los problemas humanos.
Descubrimos nuestro potencial cuando conseguimos liberar la energía que se usa en la manutención de nuestras máscaras egoístas. Tenemos poder, pero lo empleamos erróneamente, sustentando ilusiones. Cuando consigamos liberarlo de esa disfunción, empezará a trabajar a nuestro favor.
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