Paradojas de la vida

La vida está llena de paradojas. Por ejemplo, si quiero comodidad, tengo que soltar todas las comodidades, pues el apego es algo que, aunque no lo parezca, me hace sentir incomodidad. Y no me daré cuenta de esto hasta que aprenda que el verdadero bienestar, el del corazón, no proviene de los objetos, de la gente o de algo externo; es un estado de ánimo que se crea en el interior y no afuera. 

La otra paradoja es que, para recibir, tengo que dar. Por cierto, esta idea no es novedosa, pero hay muy pocas personas que la practican, realmente. Si quiero recibir amor y respeto, tengo que dar amor sin esperar nada a cambio. En otras palabras, ¡no tengo que quererlo! Si sigo dando amor y respeto pronto me daré cuenta de que recibo el amor y respeto que entrego, simplemente porque lo siento primero mientras lo estoy dando; esto me libera de la sensación de necesitar y querer algo. 

Esto también abre las compuertas a la que podría ser la mayor de las paradojas, es decir, que "ya soy" y "siempre he sido" perfecta hermosura, felicidad y dicha, solo que no me he dado cuenta de ello. Ha sido un largo viaje, durante el cual he recogido muchos recuerdos, impresiones, falsas creencias y malas percepciones; como las capas de una cebolla que cubren el núcleo puro, poderoso y tranquilo del propio ser, el "perfecto yo", tal y como fue creado. De hecho, no tengo que desarrollarme para ser "yo", solo tengo que tomar conciencia de todo cuanto es falso (falsas creencias, falsa comprensión y falsas identidades) para luego abandonarlo. 

Extracto del libro: 
7 estrategias para liberarse del estrés. 
EL FACTOR ¡AJÁ! 
Ed. Kier 
Mike George 

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