Uno de nuestros mayores desafíos cotidianos es la toma de decisiones. La vida ha adquirido tal ritmo que, a diferencia de las generaciones precedentes, cada día tenemos que tomar cientos de decisiones, ya sean pequeñas o importantes.
El proceso de llegar a una decisión o elección puede ser lento, grosero y pesado, o rápido, sutil y ligero. Es la diferencia que media entre el pensamiento racional y el intuitivo. El pensamiento racional es el uso medido de la razón, de una lógica gradual, que sopesa las posibilidades y las probabilidades, que a menudo se basa en la experiencia para llegar a una conclusión racional.
Por otra parte, el pensamiento intuitivo implica escuchar esa vocecita serena de nuestra sabiduría innata, que nos habla desde lo profundo de nuestra consciencia. Este pensamiento es instantáneo y no requiere ninguna explicación lógica o racional. La voz de la intuición nos habla todo el tiempo tratando de guiarnos, pero carecemos del silencio para escucharla.
Los pensamientos negativos, los recuerdos dolorosos, las percepciones equivocadas, que hemos aprendido, atropellan nuestra capacidad de escuchar. Sin embargo, una advertencia: nuestra intuición no siempre tiene razón, dado que a veces puede estar influenciada por el error.
La meditación serena la mente y los recuerdos, y nos proporciona el silencio interior para escuchar nuestra sabiduría y nuestra consciencia y ser guiados por ellas. Con el tiempo, podemos volver a confiar plenamente en esa voz, que nos servirá, particularmente, en nuestro propio despertar y desarrollo espiritual.
Extracto del libro:
A la luz de la meditación.
Una guía para meditar y alcanzar el
desarrollo espiritual
Ed. Kier
Mike George
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