La educación espiritual nos conduce al entendimiento y la experiencia de nuestra existencia holística como seres humanos, al conocimiento de que somos seres espirituales así como físicos, mentales y emocionales. A menos que se reconozca el factor espiritual, no se puede comprender la compasión de la naturaleza humana.
Una verdadera educación espiritual se podría describir como:
- Aprender de los demás.
- Crecer a través de los demás.
- Integrarse con los demás.
- Contribuir a los demás.
Cuando estamos aprendiendo de forma genuina, sólo entonces podemos experimentar crecimiento espiritual. Cuando crecemos, nos integramos con los demás y es en esta integración que se da una contribución mutua y natural a la naturaleza y ser de cada uno. Estos cuatro procesos de educación están funcionando constantemente, pero sólo se producen de una manera significativa y que podamos disfrutar cuando los recursos espirituales del ser se activan y se usan de forma creativa.
Estos recursos, en conjunción con la mente y el intelecto, enriquecen nuestra manera de ver el mundo, la forma en que interactuamos con el mismo y la forma en que individualmente creamos nuestro lugar en él. Estos recursos son las cualidades originales del ser, que no hemos usado apropiadamente durante largo tiempo. Con el reconocimiento de nuestra dimensión espiritual, empezamos a aprovechar y usar estas energías positivas.
A fin de iniciar y sustentar este proceso necesitamos fe en el ser:
- ¿Creo en quién soy yo?
- ¿Creo en lo que tengo?
- ¿Creo que puedo ser más?
Nuestros recursos originales son muy sencillos: amor, paz, pureza, conocimiento y felicidad. En la meditación Raja Yoga a éstas se las denomina las cinco cualidades originales del alma. Cuando retornamos nuestra conciencia a estas cinco cualidades y las recordamos, entonces podemos traducirlas de esta manera:
- Amor: Cuido y comparto.
- Paz: Armonizo y reconcilio.
- Pureza: Respeto y honro.
- Conocimiento: Soy y existo.
- Felicidad: Expreso y disfruto.
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