Un cambio de paradigma

La trampa de los deseos, nos atrapa en una espiral interminable de la que no podemos salir. Al satisfacer un deseo de la mente, se crean diez más. Es como entrar en un laberinto sin salida. Se comportan como un dragón hambriento pero que es insaciable.

Todos los deseos parten de una profunda creencia compartida, tan arraigada en nuestro subconsciente, que pocos se atreven a cuestionarla: «Cuando consiga todo lo que la mente me pide, seré feliz. Cuando satisfaga todos mis deseos conseguiré la calma».

Tener muchos deseos es francamente agotador. Debemos saber poner fin. Se trata de simplificarlo todo. La vida es mucho más sencilla. Es muy importante que nos hagamos la pregunta: « ¿Realmente necesito todo lo que deseo?». Seguro que no.

Muchos pensarán que vivir sin deseos es muy aburrido. Estamos de acuerdo hasta cierto punto. Si nuestros deseos consisten en ser más honestos con nosotros mismos, conocernos cada día más, ser más solidarios, querer un mundo y una situación más justa para todos, ..., ¡adelante! Propóntelo, pues estos anhelos son grandes fuentes de satisfacción interior, que te conducirán a la calma.

Edificar la calma interior requiere un cambio de paradigma sustancial, el proceso tiene que pasar por sustituir la vieja creencia por una nueva: «No necesito tantas cosas para sentirme lleno, comida, ropa, posesiones materiales... Para reducir los deseos tengo que cultivar la sencillez y aprender a desacelerar la mente y disfrutar del presente. Al mismo tiempo tengo que comprender que la verdadera satisfacción, la que es sostenible, no proviene en ningún caso del exterior, sino de conectar con mi estado natural de calma y cultivar mi armonía interior».

Extracto del libro:
Arquitectura de la calma
Una guía práctica para encontrar la serenidad y el equilibrio interior

Ed. Luciérnaga
Vicenç Alujas y Guillermo Simó

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