Detrás del velo...

Por un momento, consideremos los vastos desafíos que enfrentamos en nuestras vidas. Aunque tenemos muchas experiencias de alegría y felicidad, ¿cuántos han sido los encuentros que nos han socavado? Todos pasamos por distintas formas de dolor físico, mental o emocional, tarde o temprano.

Uno no tarda mucho en darse cuenta de que nuestra personalidad original se modifica con la experiencia. Mientras en nosotros se van depositando capas de defensas y retiramos nuestra confianza y franqueza, la inocencia va perdiéndose.

También nos condicionamos para pensar de nosotros mismos como seres físicos, adoptando una identidad que refleja un nombre y una forma corporal. En principio, esta identidad es relativamente simple, pero con el tiempo, se torna más compleja.

Por medio de esta identidad, aprendemos a separar y discriminar sobre la base del género, las relaciones familiares, el color de la piel y la cultura. Desarrollamos un sentido de la individualidad, y con esta, los deseos de tener o de poseer para la propia satisfacción.

Mientras el ego se desarrolla en este sentido, ir en pos de una auto gratificación nos hace cada vez más dependientes, creando necesidades en expansión. También nos volvemos más temerosos, debido al potencial por la pérdida o la privación cuando nuestros deseos no se cumplen.

Es detrás del velo de la conciencia corporal que se esconde la pureza; nuestra inocencia queda preservada y puede resurgir. Cuando esto sucede en la vida, se experimenta con un esclarecimiento que, paradójicamente, significa solo redescubrir quiénes fuimos.

 

Extracto del libro:
Misión de amor.
Viaje espiritual de un médico
Ed. Kier
Roger Cole

 

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