Una comunión silenciosa

Mucho más allá de este mundo del tiempo, de la materia y de la acción, existe un universo de completo silencio y serenidad. Allí no hay sonido ni movimiento ni manecillas de reloj que dirijan la existencia.

No se le puede denominar “lugar” en la acepción normal del término, con la que pensamos en un espacio físico, y sin embargo es de esta dimensión de donde proviene el alma. Es nuestro hogar espiritual. Es el mundo de la eternidad, del silencio y de lo permanente, la dimensión silenciosa de luz.

En este mundo, que está más allá del tiempo y del espacio, reside permanentemente un punto de energía constante, un Ser puro, eternamente sin cuerpo, recordado por muchos como Dios. Este punto de energía pura, benevolente, omnisciente es el Padre espiritual de todas las almas. Este es el Uno al que se refieren casi todas las tradiciones espirituales y religiosas, a quien se recuerda como una luz radiante, una fuente de amor puro, incondicional.

Para redescubrir y recuperar el sentimiento de la consciencia de nuestra relación con Dios, en principio no es esencial la fe en Dios. Se necesita la apertura a la idea de que tal vez exista una fuente de energía espiritual mayor que nosotros. Tan solo si nuestras mentes están abiertas, podemos estar preparados para una comunicación directa y personal.

Una relación humana verdadera y saludable se construye, se sustenta y madura en el intercambio de una comunicación abierta, honesta e íntima. Nuestra relación con Dios no es diferente, solo que se da en silencio. Las vibraciones de nuestros pensamientos y sentimientos llegan y tocan la luz que es la Fuente y son luego reflejadas con amor y energía.

En última instancia, el encuentro es una comunión silenciosa, desprovista del ruido del pensamiento, y surge la consciencia de la presencia del Amado en nuestra vida. El sentimiento de relación se vuelve tan real como con un padre concreto o con un amigo. Está allí en un segundo, disponible en todo momento, no para tratar con lo mundano o para ayudar en una emergencia, sino para responderle a nuestro corazón abierto y honesto, y para que, a través nuestro, otras personas puedan ser tocadas con Su luz y amor y abran los ojos.

Extracto del libro:
A la luz de la meditación.
Una guía para meditar y alcanzar el desarrollo espiritual
Ed. KIER
Mike George

 

Comentarios. 1

Jose, 2019-01-07 06:26:09
Si que existe ese espacio, yo lo experimento meditando y en otros momentos
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