BK Surya
Si deseamos tener paz mental y ser felices, es útil recordar que la felicidad proviene de compartirla con los demás. Todos hemos notado cómo las personas que son amables y serviciales se mantienen felices de forma natural. En cambio, los que causan daño tienen poca paz o gozo duradero.
Es una tragedia de nuestro tiempo que la mente de muchas personas esté tan nublada por sus deseos, prejuicios y miedos que no pueden ver la diferencia entre el bien y el mal. El mundo se rige por la ley de causa y efecto. Cada acción tiene una reacción igual y opuesta. Tendemos a olvidar que esta ley también se aplica a nuestra vida: cosechamos el fruto de nuestras acciones y recibimos de los demás lo que damos a través de nuestros sentimientos, pensamientos, palabras y comportamiento. Todas nuestras experiencias en la vida son el resultado de lo que hemos hecho en algún momento. El alma es eterna y lleva un registro de sus acciones a través de vidas sucesivas, y algo hecho hace mucho tiempo, en una vida pasada, puede dar fruto en el presente. Reconocer este hecho nos ayuda a trazar un mejor rumbo para el futuro. El pasado no se puede cambiar, pero podemos mitigar el efecto de nuestros errores pasados haciendo lo correcto ahora. Así como equilibramos una balanza agregando peso al lado más ligero, hacer el bien aumenta nuestros méritos, y cuando el bien se vuelve gradualmente preponderante, nos recompensa con mayor paz, felicidad y estabilidad. Para una paz mental duradera, la mente necesita ser poderosa para no ser perturbada por las vicisitudes de la vida. Reconocer este hecho nos ayuda a trazar un mejor rumbo para el futuro.
Nuestra energía mental se agota principalmente por pensar excesivamente, la agitación y los trastornos emocionales causados por el ego, la ira o alguna otra debilidad. Discutimos y peleamos por tonterías, que sacamos de toda proporción porque nuestra percepción está distorsionada por una o más de las debilidades anteriores.
Para evitar que esto suceda una y otra vez, necesitamos mejorar la calidad de nuestra conciencia. Si decidimos ser más maduros, responsables y sensatos, somos capaces de responder con serenidad a las situaciones y comportamientos de otras personas. Todo lo que se necesita es un poco de tolerancia y comprensión. Con el tiempo, otros llegan a apreciar nuestra calma y nos respetan por ello, aunque no lo digan.
Cuando cambiamos la forma en que vemos y respondemos a las personas y a diferentes situaciones, podemos evitar los conflictos. Gradualmente, nuestra confianza y madurez aumentan, al igual que nuestra estabilidad. Esto no significa que la vida se convertirá en un lecho de rosas. Las circunstancias y las personas nos pondrán a prueba, pero en lugar de quejarnos o chocar con ellas, si las tomamos como pruebas, podemos aprender de ellas y crecer.
Llevar una vida feliz está en nuestras manos. Podemos reducir nuestras expectativas y no nos enfadaremos fácilmente. Además, si somos desinteresados y mantenemos un alto nivel de respeto por nosotros mismos, nuestro comportamiento no solo fomentará las buenas relaciones, sino que nuestras vibraciones brindarán consuelo y fortaleza a los demás, haciendo que nuestra vida sea más significativa y satisfactoria.
B.K. Surya es profesor de Rajyoga en la sede de Brahma Kumaris en Mount Abu, Rajasthan.
THE DAILY GUARDIAN 13 DE NOVIEMBRE 2021 Nueva Delhi